Libro número 3:
Cuando me puse a leer esta tarde estaba determinada en que hoy fuera el día en que terminara éste libro. Y así fue, hace más o menos una hora.
Como ya hice un breve recuento de algunas cosas que me parecía valían la pena analizar a lo largo de la trama en los posts anteriores (a ser vistos aquí y aquí), me voy a limitar a hablar un poco, y sin riesgo de arruinarle la historia a nadie, del final.
No esperaba un final digno de las novelas románticas contemporáneas a las que estoy tan acostumbrada, pero tampoco esperaba un final tan apresurado y falto de detalles como me pareció éste. Siento que no soy digna de estar decepcionada de una escritora de la altura de Jane Austen, pero con vergüenza admito que lo estoy. Creo que la falta de extensión (quizás con dos o tres capítulos más hubiese sido diferente) le quitó toda emoción. Que las cosas se sucedan una tras otras en una especie de resumen me desilusionó. ¿Para qué leer cuatrocientas páginas de idas y venidas, si el final va a estar reducido a dos y le va a quitar importancia a todo lo demás?
Es posible que en el futuro pruebe suerte con otro libro de Austen. Probablemente con Orgullo y Prejuicio, que tristemente nunca tuve la oportunidad de tener a mano. Sin embargo, vi la película (aunque odio ver películas basadas en libros sin conocer el material original) y me fascinó. Será cuestión de darle otra oportunidad.
De éste género, de éstas épocas, me quedo por ahora con Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë, del que me enamoré perdidamente hace menos de un año. Quizás sería hora de darle una releída…
Pero, mientras tanto, me pongo en busca de un nuevo libro con el que empezar enseguida. Y, esta vez, voy a buscar algo más alegre y llevadero.
L.-
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