8.10.2010

Día 1.

Publicado por L.- en 22:06
Libro número 1:



Título: Hamlet.
Autor: William Shakespeare.
Páginas: 172.
Origen: Inglés.
Año: 1601.
Género: Obra de teatro.
Concepto: La tragedia de Hamlet traza el admirable retrato de un legendario príncipe de Jutlandia, soñador, contemplativo, sumido en dudas e irresoluciones, que, obligado a esclarecer los motivos que llevaron a la muerte de su padre, sucumbe ante la fatalidad de las circunstancias. Su locura no es sólo, al modo tradicional, una ficción y una coartada, sino que se convierte en modo de ser y en visión del mundo.

Nada mal para empezar. Lo leí en menos de un día, lo que significa que también es un buen principio para el proyecto.
Normalmente no me gusta leer obras de teatro. Encuentro éste género algo tedioso. Me molesta leer el personaje antes del diálogo. Quizás es la falta de costumbre, porque prefiero leer novelas, pero definitivamente no es lo que más me gusta. Leeré algunas más a ver qué pasa.
Me gustó. Es imposible que Shakespeare no guste. A quien no le gusta éste dramaturgo inglés ya absolutamente clásico no sabe apreciar del todo la literatura. Es así. Es una regla. Sirve para el amor, para la tragedia y para las risas. Era un autor casi camaleónico, pero fácil de distinguir.
No puedo no citar uno de los discursos más famosos de toda la historia, así que acá está.

“HAMLET
Ser o no ser... He ahí el dilema.
¿Qué es mejor para el alma,
sufrir insultos de Fortuna, golpes, dardos,
o levantarse en armas contra el océano del mal,
y oponerse a él y que así cesen? Morir, dormir...
Nada más; y decir así que con un sueño
damos fin a las llagas del corazón
y a todos los males, herencia de la carne,
y decir: ven, consumación, yo te deseo. Morir, dormir,
dormir... ¡Soñar acaso! ¡Qué difícil! Pues en el sueño
de la muerte ¿qué sueños sobrevendrán
cuando despojados de ataduras mortales
encontremos la paz? He ahí la razón
por la que tan longeva llega a ser la desgracia.
¿Pues quién podrá soportar los azotes y las burlas [del mundo,
la injusticia del tirano, la afrenta del soberbio,
la angustia del amor despreciado, la espera del juicio,
la arrogancia del poderoso, y la humillación
que la virtud recibe de quien es indigno,
cuando uno mismo tiene a su alcance el descanso
en el filo desnudo del puñal? ¿Quién puede soportar
tanto? ¿Gemir tanto? ¿Llevar de la vida una carga
tan pesada? Nadie, si no fuera por ese algo tras la [muerte
—ese país por descubrir, de cuyos confines
ningún viajero retorna— que confunde la voluntad
haciéndonos pacientes ante el infortunio
antes que volar hacia un mal desconocido.
La conciencia, así, hace a todos cobardes
y, así, el natural color de la resolución
se desvanece en tenues sombras del pensamiento;
y así empresas de importancia, y de gran valía,
llegan a torcer su rumbo al considerarse
para nunca volver a merecer el nombre
de la acción. Pero, silencio... la hermosa Ofelia ¡Ninfa,
en tus plegarias, jamás olvides mis pecados!”


Se augura un buen principio, así que estoy feliz. Especialmente porque hoy también escribí un capítulo entero, por lo que logré que la lectura no me interfiriera con la escritura, que era lo que más me preocupaba.
Ahora me voy a ver con qué sigo el día dos. ¡Sólo 364 más por leer!

L.-

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