11.05.2010

Día 85.

Publicado por L.- en 0:01

Libro número 13:

El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey, de JRR Tolkien.

Dios mío, al fin logré agarrarle el tren a éste libro increíble. Una vez pasada la Batalla de los Campos del Pelennor, hay una emoción detrás de otra y resulta imposible parar.
Una de las cosas que más me gusta es el reencuentro de Pippin y Merry en Minas Tirith, que me parece una de las muestras más puras e inocentes de amor y amistad.
En éste momento estoy en medio de la deliberación que está dándose entre Gandalf, Aragorn, Éomer (ahora rey de Rohan) y el Príncipe Imrahil (a quien anteriormente llamé erróneamente “Príncipe Amroth, cuando quise decir que es el príncipe de Dol Amroth, cuyo nombre es Imrahil. Fé de erratas.) para ver cuál será el próximo paso. Y decidiendo darle más tiempo a Frodo, tratar de ayudarlo en su travesía aún a la distancia, deciden que lo mejor es cabalgar hasta Mordor y presentar batalla a sus mismísimas puertas para poder presentar algún tipo de distracción para el Señor Oscuro. Y es entonces cuando Gandalf dice una frase que me pareció sublime:
No nos atañe a nosotros dominar todas las mareas del mundo, sino hacer lo que está en nuestras manos por el bien de los días que nos ha tocado vivir”.

Gandalf representa la grandeza sin soberbia, la sabiduría sin arrogancia, la previsión sin la locura y la cólera sin impiedad. Uno de los personajes más perfectamente creados de la Literatura universal y definitivamente uno de los más memorables.

Me faltan cinco páginas para llegar al Libro Sexto y último. Me voy con Frodo.

¡Hasta mañana!

L.-

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